#ElPerúQueQueremos

EL EMPLEADO PÚBLICO

Publicado: 2010-12-06

                                             

Conocí desde niño y durante mis vacaciones  escolares  transcurridas en el fundo familiar, a un toro reproductor, conocido con el nombre de padrillo, cercano a los ochocientos kilos de peso, en capacidad de cubrir, durante una jornada diaria, a mas de cuarenta vacas, con similar poder genésico que el  que le atribuyó a Mahoma con las damas, Rafael Cansinos Assens, prolífico escritor  y sabio orientalista español,  políglota en seis lenguas islámicas, fallecido cuando yo me graduaba de abogado. Las vacas (dejando de lado el tema del estudioso escritor) que recibían las atenciones del padrillo, estaban protegidas por una estructura de guarango, madera iqueña de excepcional dureza, que soportaba el peso del toro, para que ellas no muriesen comprimidas o aplastadas por esa fortaleza de carne.

La leyenda pueblerina, referida a  un mítico país de América del Sur, llamado Birú, señala que un campesino vivía exclusivamente del toro de su propiedad, que cubría a las vacas de su entorno, propiedad de los vaqueros de la zona.

Un día estos se reunieron y decidieron prescindir del propietario, ofreciéndole compra por el padrillo. El dueño del fogoso toro pidió una suma exorbitante, con el objeto de no cerrar el trato.

Surgió de la nada un arreglador de diferendos, llamado Rómulo, no está registrado si el apellido era Lyón o Barrios, se sabía que era cercano al gobierno de turno, que asustó al desprotegido campesino, manifestándole que  el Congreso pensaba dictar una ley para expropiar al toro, por razones de utilidad y necesidad  de la industria lechera. Los hermanos Rodríguez Manta, especialistas en dialéctica y procedimientos cognoscitivos, estaban en capacidad de “convencer” a los congresistas.

El campesino asustado, vendió el “cornúpeta” al gobierno municipal por una suma importante, aunque firmó un recibo por el doble, diferencia que cubría la comisión de Rómulo y los desvelos del alcalde.

El toro cambió de dueño y de ánimo. No les diese bola a las vacas cholas, pero sorprendió que  a un lindo ejemplar de vaca frisio-holandesa, de ubres rosadas e infladas, caderas redondeadas, mirada soñadora y gemidos incitantes, no le hiciese el menor caso. Inicialmente se acercó, olfateó las partes íntimas y dio media vuelta mostrando desgano.

El alcalde temió que se le acusara por malversación y llamó alarmado al campesino, para  increparle por lo que venía sucediendo. Este, después de muchos años juntos, había aprendido a comunicarse con el toro y entre ambos se sostuvo un corto diálogo que trataré de reproducir:

“King Kong”, dijo el dueño, “me estás dejando pésimo,¿ porque no preñas a las vacas?”. “Mire Nemesio”,  contestó el cornúpeta zaino, “antes, nosotros dos formábamos una sociedad de emprendedores, ahora no tengo porque esforzarme, me he convertido en empleado público

Ruego a Alejandro Toledo,  y a los otros candidatos que  puedan  entrar en la lid  final, que  den la espalda al partido gobernante y a los otros que, previsoramente, tienen un indefinido y contaminante respaldo del presidente García. Que todos recojan y recuerden esta simple anécdota, que  trata sólo de un toro y no de un búfalo, aunque ninguno de los bóvidos debe cobrar indemnizaciones delictivas, alegando despedida intempestiva, o responsabilizando al área contable, de recursos humanos o al estudio de abogados externo. Puede el actual gobierno, tratar de echarle excremento a los  contendores de la elección presidencial, pero sólo se tratará de un inexorable bumerang, que regresará para caerles en la cara.


Escrito por


Publicado en