¡ ESTE CURA ARROGANTE!
Alejandro Toledo pasó por el trance de encontrase, en la salita de espera del ingreso a una cabina radial, con el Arzobispo de Lima. Se saludaron con civilizada cortesía. Cuando el primero pasó a dialogar con el entrevistador, le preguntaron por el desagradable incidente de las cartas apócrifas que el ex ministro Fernando Olivera llevó, durante su gobierno, al Vaticano. Al ex presidente solamente le quedó expresar su gran respeto por la Iglesia, añadiendo que no tenía problemas con ella, y deploró, usando el pronombre posesivo, que: “mi iglesia se encuentre fragmentada”.
Posteriormente Cipriani, llevando como estandarte la arrogancia, en su acepción de soberbia, sin mencionar el nombre de Toledo, con tono enérgico criticó a quienes se refieren a la iglesia como si fuese suya: “Aquí no hay mi iglesia, ésta es de Cristo y su vicario es el Santo Padre . Los obispos, como yo en Lima, somos también representantes de Cristo. No se puede separar la iglesia de su vicario, ese criterio constituyó una de las grandes herejías”. “La Iglesia soy yo” pareció decir este Luis XIV del Rímac
Al enterarme de esta conducta arrogante me proclamé, en ese instante, el primer hereje peruano de este siglo, porque a pesar de creer fervientemente en la Iglesia, me encantaría promover un cisma local, para evitar la presencia de este personaje desubicado, quien ignora que los vicarios de su jerarquía son solamente administradores de una diócesis, a quienes se les delega, utilizando una ficción jurídico eclesiástica, poder y facultades. Es un mero apoderado, a quien se le puede revocar el mandato
El hereje es la persona que por ir contra principios comúnmente aceptados por la Iglesia, o la ofende, se hace pasible a la ex comunión, sin tener que comulgar con ruedas de molino consistentes en hacernos creer que monseñor Cipriani equivale a Cristo en Lima
Que recuerde el arzobispo, el vergonzoso papel que le cupo en el tema de los rehenes en la Embajada del Japón, cuando el gobierno de turno utilizó a la Iglesia Católica (representada por él) como elemento de distracción, para la operación de rescate. El arzobispo, tan involucrado en esta gesta, nunca solicitó una explicación referida al secuestrador o secuestradores muertos, después de ser capturados. Comprometió a la Iglesia Católica como observador, sin dejar constancia, al menos, de su inquietud. “Los Derechos humanos no son una cojudez”.
Cualquier católico, observante de los preceptos de su iglesia, puede discrepar del arzobispo de su diócesis, sin incurrir en ninguna infracción. Que debe hacer un católico que tuviese conocimiento de actividades similares a las de los obispos irlandeses , Eamonn Walsh y Raimond Field, sin excluir de la lista a los prelados norteamericanos Thomas Paprocki ó Thomas Wensky, los tres primeros consumados pedófilos y el último encubridor de las actividades de religiosos pecadores de su jurisdicción.
Tengo en mi poder el video en el que el Arzobispo de Lima se dirige a un grupo de militares. Eso no constituye exclusividad, porque mucha gente lo tiene. Cuando lo vi por primera vez, creí que el imitador Carlos Álvarez estaba haciendo una grosera parodia, después quede absolutamente sorprendido que este pastor de almas, no pasase de ser un cura boca sucia, a quien se le debería obligar, como penitencia, a que hiciese gárgaras, durante un mes, con el mas potente de los detergentes.
Que se dedique este caballero a su labor pastoral. Que no meta las narices en temas económicos o políticos, porque le puede suceder lo que pasó con los jesuitas en territorios de España en la segunda mitad del siglo XVIII . Además debe convencerse que no llega a la suela del zapato del Cardenal Richelieu, no tiene cualidades de estadista y tampoco va a gobernar tras el trono. Debo felicitar a Alejandro Toledo, por tener el temple suficiente para aguantar las majaderías de este engreído.
Se que cuando personajes como Lutero, Calvino, Zwinglio, o Melanchton se apartaron o fueron apartados de la Iglesia Católica, no fue por conducta desordenada de ellos, sino porque denunciaron la vida de boato y lujo de los jerarcas de la Iglesia, mientras los pobres no tenían un mendrugo para llevarse a la boca. Actualmente el Vaticano ha venido amparándose en el principio de inmunidad diplomática, sobre temas de responsabilidad penal, en casos de abuso sexual llevado a cabo por sacerdotes. Esperábamos que el otoronguismo no llegase a niveles respetables y universales, aunque quisiera entender que se trata de una medida dilatoria, mientras se discute y acuerda la forma de enfrentar estas penosas y vergonzosas situaciones.